Descubre por qué adaptar el ejercicio a los cambios de cada etapa vital es clave para garantizar su sostenibilidad y mejorar la salud física y emocional.
Por qué adaptar el ejercicio a los cambios vitales
El ejercicio físico tiene innumerables beneficios: mejora la salud, previene enfermedades crónicas y aumenta la calidad de vida. Según la OMS, un estilo de vida activo podría prevenir entre 4 y 5 millones de muertes al año. Sin embargo, el desafío no está en conocer sus beneficios, sino en lograr mantener una práctica constante a lo largo de la vida.
La clave radica en adaptar el ejercicio a cada etapa vital, teniendo en cuenta los cambios físicos, emocionales y sociales que ocurren con el tiempo.
Factores que dificultan la adherencia al ejercicio
Aunque el 52% de los españoles no practica deporte según el CIS, las barreras no se deben solo a la falta de interés. Pedro J. Benito Peinado, catedrático de la Universidad Politécnica de Madrid, identifica las principales razones:
- Falta de tiempo: Jornadas laborales largas o responsabilidades familiares.
- Falta de motivación: Rutinas aburridas o resultados poco visibles.
- Costes elevados: Cuotas de gimnasio o equipamiento deportivo.
- Condiciones de salud: Lesiones o problemas de movilidad.
- Entorno: Falta de instalaciones, clima desfavorable o percepciones corporales negativas.
- Cultura del esfuerzo mínimo: La tendencia humana a evitar gastar energía innecesariamente.
La personalización como clave para el éxito
1. Ejercicio adaptado al contexto vital
El ejercicio debe ajustarse a los intereses y necesidades de cada persona, evolucionando junto con su estilo de vida. Natalia Balagué, investigadora del Instituto Nacional de Educación Física de Cataluña, destaca que las recomendaciones universales de la OMS son solo orientativas y que la personalización es esencial para generar adherencia.
2. Disfrutar del ejercicio
La sostenibilidad del ejercicio depende de que sea placentero y significativo. Balagué propone actividades como:
- Pasear con amigos.
- Jugar con niños.
- Bailar.
- Desplazarse en bicicleta.
3. Co-aprendizaje con profesionales
En lugar de delegar completamente la salud en entrenadores o médicos, la relación debe ser colaborativa. Esto implica:
- Elegir actividades adaptadas a intereses personales.
- Ajustar la intensidad según las posibilidades.
- Priorizar el bienestar emocional y físico.
La evolución del ejercicio a lo largo de la vida
Infancia y adolescencia:
Fomentar actividades lúdicas y deportivas en el colegio y en espacios recreativos puede sentar las bases de un estilo de vida activo.
Edad adulta:
La falta de tiempo suele ser el principal obstáculo. Actividades prácticas como entrenar en casa, caminar o ejercicios funcionales son opciones ideales.
Tercera edad:
El ejercicio debe enfocarse en mantener la movilidad, mejorar el equilibrio y prevenir lesiones.
Evitar el sobreentrenamiento y el estrés
El ejercicio mal planificado puede convertirse en una carga adicional. Para evitarlo:
- Asegúrate de descansar adecuadamente.
- Prioriza el sueño reparador.
- Integra el ejercicio como parte de una vida equilibrada.
Adaptar el ejercicio a los cambios vitales es crucial para mantener una práctica sostenible a lo largo del tiempo. Más allá de seguir pautas universales, personalizar el ejercicio y encontrar actividades significativas asegura no solo adherencia, sino también un mayor bienestar físico y emocional.