Con más de 1.000 millones de afectados alrededor del mundo, la necesidad de actuar es inminente. Anteriormente vista como un problema del primer mundo, la obesidad ahora se extiende a países en desarrollo y a las comunidades más vulnerables. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha escalado su lucha contra la obesidad, marcándola como una epidemia global.
La OMS define el sobrepeso y la obesidad como una «acumulación anormal o excesiva de grasa» que representa un riesgo para la salud. A pesar de las críticas, el Índice de Masa Corporal (IMC) sigue siendo el criterio estándar para medir este exceso de grasa.
Datos alarmantes subrayan que desde 1975, la obesidad casi se ha triplicado a nivel mundial. En 2016, más de 1.900 millones de adultos tenían sobrepeso, y de ellos, más de 650 millones eran obesos. Actualmente, la obesidad se ha convertido en el problema nutricional más común en la mayoría de los países, incluso más que la insuficiencia ponderal.
La obesidad es considerada por la OMS no solo como un factor de riesgo para enfermedades como diabetes tipo II y cardiopatías, sino también como un desafío significativo para la salud pública. Esto requiere de una acción conjunta tanto de la industria alimentaria como de los gobiernos, promoviendo dietas saludables y una mayor actividad física.
El plan de acción actual de la OMS aspira a una reducción relativa del 30% en la mortalidad prematura por enfermedades no transmisibles y retornar a las tasas de obesidad de 2010 para el año 2030. Sin embargo, el desafío es considerable, especialmente con la inflación y el aumento de precios de los alimentos que han hecho que el acceso a una alimentación saludable sea más difícil para las familias de bajos ingresos.
La propuesta en España para regular la publicidad de alimentos y bebidas no saludables dirigidos a niños no prosperó, dejando a la industria alimentaria en control de la publicidad sin un enfoque de salud.
La lucha contra la obesidad necesita un enfoque que vaya más allá de la dieta individual y la actividad física. Se requiere de políticas públicas, acceso a la salud y educación nutricional. Un enfoque puramente individual no es suficiente; se necesitan medidas políticas públicas y un apoyo social que aseguren el acceso a la salud para todos.
La denominada «guerra contra la obesidad» ha sido criticada por promover un enfoque neoliberal de autorregulación individual, negando la diversidad corporal y convirtiendo la salud en un aspecto clasista. Este enfoque simplifica demasiado el problema y subestima la necesidad de una solución integral que implique a toda la sociedad.