En su compromiso con la salud y el bienestar, DKV se suma al movimiento ‘realfooding’ y colabora con Carlos Ríos para aconsejar a las personas sobre una alimentación saludable.
La sal nos gusta porque realza el sabor de los alimentos. Una comida bien aderezada es un placer para los sentidos. Pero todo en su justa medida. La importancia de su consumo es de tal envergadura que Gobiernos y organismos internacionales trabajan de forma activa para conseguir una reducción en la dieta. ¿El motivo? Una ingesta por encima de lo considerado niveles normales o aceptables para el organismo puede derivar en enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares e hipertensión, factores de riesgo asociados a la causa del mayor número de fallecimientos en el mundo.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que cada año podrían evitarse unas 2,5 millones de defunciones si el nivel de sal se redujera a lo recomendado que, a su juicio, debería ser de 5 gramos al día (menos que una cucharada de café).
Ante estas consecuencias fatales y con el propósito de mejorar los hábitos de consumo para una vida más saludable, los Estados miembros de la OMS han acordado reducir el consumo de sal en la población un 30% entre 2020 y 2025. La alimentación adecuada se ha convertido en una potente herramienta de mejora de la salud –presente y futura– de los ciudadanos y de la sostenibilidad de los sistemas sanitarios públicos y privados.
En esta línea trabaja desde hace tiempo DKV. Entre sus últimas acciones está el lanzamiento, a través del Instituto DKV de la Vida Saludable, del manifiesto Por un consumo responsable de la sal, en el que participa el nutricionista creador del movimiento Realfooding, Carlos Ríos.
Según dicho manifiesto, los ultraprocesados contribuyen aproximadamente con el 50% de la ingesta total energética de los países occidentales, siendo en España ligeramente inferior, entre el 24% y el 32%. Y es en este tipo de alimentos en los que se debe poner especial atención, ya que contienen entre el 70% y el 75% del sodio (40% de la composición de la sal) que se toma, además de presentar un alto contenido de azúcares.
LAS CIFRAS
2,5 millones de muertes podrían evitarse cada año en el mundo si se redujera el consumo del mineral.
1,25 miligramos de sal por cada 100 gramos que contenga un alimento es una cantidad elevada para el organismo.
Las personas que se inclinan por los ultraprocesados ingieren una media superior a los 1.400 miligramos de sodio cada jornada, frente a quienes no optan por este tipo de productos. Carnes, pescados, huevos o quesos son fuentes naturales de sodio para obtener las cantidades suficientes y necesarias; hay que tener en cuenta que es un mineral esencial para el organismo y que un déficit puede acarrear igualmente problemas.
Los alimentos con una presencia más baja en sodio son mayoritariamente de origen vegetal (frutas, verduras, legumbres, etc.) siempre y cuando no estén procesados; mientras que los de procedencia animal tienen un contenido más elevado. Pero hay excepciones. Por ejemplo, algunos productos contienen entre 40 y 120 miligramos de sodio por cada 100 gramos, y otros pueden llegar hasta los 500 miligramos o más. El pan es una de las mayores fuentes de sodio invisible en la dieta y, sin embargo, la sal de mesa, la más visible, es la que menos mineral aporta.
Como recomendación, y a favor de nuestra vida, es necesario poner atención a la hora de hacer la compra y, si es posible, fijarse en las etiquetas: en líneas generales, un alimento que contenga más de 1,25 gramos de sal por cada 100 gramos sería una cantidad muy elevada.
Las hierbas aromáticas, las especias y el limón son alternativas saludables
Para reducir el riesgo de hipertensión y enfermedad cardiovascular se deben consumir menos ultraprocesados, hay que hacer ejercicio, limitar las bebidas azucaradas, comer fruta y verdura, evitar el tabaco y el alcohol y mejorar el descanso, entre otras cosas.
El uso de ciertos ingredientes con un alto impacto en el sabor puede ayudar a no depender tanto del uso de la sal; pueden ser hierbas aromáticas, especias, cítricos, mostazas o vinagres de aromas distintivos.