El medioambiente tiene un impacto directo sobre la salud de las personas, por eso es importante tener en cuenta ciertas cuestiones para cuidarlo y cuidarnos al máximo.
La industria textil es, según un estudio publicado en Environmental Quality Management, una de las mayores amenazas para el medio ambiente. Antes de que la ropa llegue a nuestro armario, las prendas pasan por una cadena de suministro larga y compleja, desde la agricultura y la producción petroquímica necesarias para la elaboración de fibras hasta la fabricación, la logística y la venta al por menor. ¿Cómo afecta al medio ambiente el uso de agua, materiales, productos químicos y energía durante todo este proceso?
Gabriela Pedranti, miembro de la asociación Moda Sostenible Barcelona, especialista en consumo circular, asegura que el impacto ambiental de nuestra ropa “es enorme”: “No sólo el derivado de la fabricación, sino también del hiperconsumo, el transporte y el modelo de la fast fashion o moda rápida (que se basa en la fabricación barata, el consumo frecuente y el uso de prendas de corta duración)”.
Una camiseta requiere el agua que una persona bebe en dos años y medio
Además de las tierras para cultivar algodón y otras fibras necesarias para la producción de diferentes prendas de vestir, la industria de la moda consume cada año 79 billones de litros de agua, según un estudio publicado en la revista científica Nature Reviews Earth & Environment.
Para elaborar una sola camiseta de algodón, el Servicio de Estudios del Parlamento Europeo (EPRS) calcula que se necesitan unos 2.700 litros de agua dulce. O lo que es lo mismo, “la cantidad de agua que una persona bebe en dos años y medio”. Por ello, su reciclaje es tan importante a día de hoy.
La producción textil es responsable del 20% de la contaminación de agua potable
Muchos productos químicos utilizados en la fabricación de textiles son perjudiciales para el medio ambiente, los trabajadores de las fábricas y los consumidores. Desde el EPRS indican que los tintes y otros productos usados son responsables de, aproximadamente, el 20% de la contaminación mundial de agua potable.
Además, el lavado de materiales sintéticos genera cada año unas 0,5 millones de toneladas de microfibras que acaban en los océanos. “Una sola carga de ropa de poliéster puede verter 700.000 fibras microplásticas que pueden llegar a la cadena alimentaria”, afirma el organismo. En DKV 360 ya os hemos hablado de cómo los microplásticos llegan al cuerpo humano y qué daños pueden causar en nuestra salud.
Las operaciones de pretratamiento, teñido, estampado y acabado de la ropa generan, además, cantidades considerables de desechos y efluentes que pueden afectar a la calidad del agua y del suelo, además de poner en peligro la salud de plantas y animales, según un estudio publicado en Environmental Quality Management.
La huella de carbono de la industria de la moda
A la contaminación del agua se suman las emisiones de gases de efecto invernadero generadas por este sector. Luca Criscuolo, experto en moda sostenible, explica que la elevada huella de carbono de esta industria se debe al uso de energía que se usa para confeccionar, transportar e incluso lavar nuestra ropa.
De hecho, en la actualidad, la industria de la moda es responsable del 10% de las emisiones mundiales de carbono, más que la suma de los vuelos internacionales y el transporte marítimo, tal y como indica el EPRS.
Y la situación aún puede empeorar. A este ritmo, las emisiones de gases de efecto invernadero de esta industria aumentarán más del 50% hasta 2030, según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y la Fundación Ellen MacArthur que recoge el Banco Mundial.
Los europeos se desprenden de 11 kilogramos de ropa cada año
Cada vez se fabrican y se compran más prendas. De hecho, según un estudio publicado en Nature Reviews Earth & Environment, las marcas de moda producen en la actualidad casi el doble que antes del año 2000.
Además, desde 1996, la cantidad de prendas compradas por persona en la Unión Europea ha aumentado un 40% tras una fuerte caída de los precios, que ha reducido la vida útil de la ropa. Así lo indica el EPRS, que subraya que los europeos consumen casi 26 kilogramos y se desprenden de unos 11 kilogramos de textiles cada año.
Teniendo en cuenta que una camiseta pesa entre 100 y 200 gramos, esta cantidad sería el equivalente a desechar entre 55 y 110 prendas de este tipo. Hay otra ropa más pesada como unos pantalones vaqueros (unos 450 gramos), unas zapatillas de deporte o unas botas de montaña (pueden llegar a pesar hasta casi dos kilogramos).
Menos del 1% de la ropa se recicla, “en parte debido a tecnologías inadecuadas”. La mayoría de los textiles desechados se incineran, se depositan en vertederos o se exportan a países en desarrollo.
“A diferencia de los textiles orgánicos, algunos residuos que llevan sustancias químicas o fibras sintéticas no se acaban compostando, acumulan sustancias tóxicas tanto en el suelo como en el subsuelo y contaminan los terrenos cultivables y los acuíferos”, afirma Criscuolo. En DKV 360 también os hemos explicado cómo afectan nuestros residuos al cambio climático y qué consejos sirven para evitarlo.
Cómo reducir el impacto ambiental de nuestra ropa
El gran impacto ambiental de nuestra ropa, según Pedranti, se debe al modelo de economía lineal. “Hay que ir hacia una economía circular, desde el momento en que se diseña”, afirma. Para ello, es necesario formar diseñadores “que piensen desde el inicio de las hilaturas hasta la post-vida de la prenda”.
La experta insiste en que también hay que educar al cliente. “Muchas marcas empiezan a interesarse en estos temas porque hay consumidores que los exigen, no porque realmente les interese ser sostenibles por iniciativa propia”, sostiene.
Y nosotros, ¿qué podemos hacer para reducir el impacto ambiental de nuestra ropa? Algunos investigadores señalan la importancia de comprar menos y aumentar la vida útil de las prendas.
Para Pedranti, la clave está precisamente en pensar en ropa sostenible y de calidad más que en la cantidad y la tendencia. Además de comprar ropa de segunda mano o vintage, destaca que están apareciendo algunos modelos de consumo alternativos. “Por ejemplo, el concepto de ‘armario infinito’ se basa en una suscripción en la que las marcas te envían prendas bien cuidadas a tu casa, las usas y las devuelves, y después otras personas las vuelven a usar, hasta que se reciclan”, concluye.
Fuente: dkv.es